Trabajo de Carlos Carrera

EL PROCESO

Desde principios del 1er semestre de la materia (DBJ7), consideré el proyecto como la posibilidad de hablar de mí mismo, de auto retratarme, de comprenderme a mí, a mi vida, a mis objetos, a mis amigos, a mi casa, a mi cuerpo, a mi cara, a mis ideas, y de esa manera traté de afrontar el proyecto en el primer semestre.
Así mismo, me inquietaba el concepto de retrato, lo que hace que un retrato sea considerado como tal, qué debía contener, qué no, y eso determinó mi trabajo de gran manera.
En la 2da fase del proceso el camino en un principio se volvió complicado, traté de no aferrarme a la idea inicial y abandonar de cierta forma la noción de retrato probando otras maneras, hasta que me topé con un concepto interesante.
En el ensayo de Adorno y Horkheimer titulado La Industria Cultural, el cual tratamos en la materia Comunicación Visual y Tecnología, se refería a los productos de la industria cultural, es decir, aquello que está entre la producción y el consumo, como herramientas de la burguesía para controlar al pueblo, mantenerlo tranquilo y conforme, convirtiendo a los individuos en “sujetos sociales”.
Mientras discutíamos sobre este tema en la clase, yo dibujaba empedernidamente como suelo hacerlo en las clases teóricas, y entendí: “¡Yo soy un sujeto social!”, no soy más que un ratón blanco del gran laboratorio que es la sociedad, y no solo me impactó el hecho de serlo yo, sino el hecho de serlo todos, tanto lo era mi abuelo en la época en que se escribió el ensayo, como lo eran Adorno y Horkheimer, como lo somos todos.
Ese día hice un pequeño autorretrato en el que decía “Soy un sujeto social”, acompañado de otra cantidad de personajes, tanto reales como no tan reales, y así se desarrolló mi trabajo, a través de una vuelta al retrato, que era mi interés inicial.
Luego de hacer muchos retratos, comprendí que a cada uno de ellos se les podían extraer partes, partes y partes que luego se podían combinar y crear nuevos sujetos, y de esos extraer partes y generar otros sujetos nuevos, que distintas caras, orejas, ojos y narices seguirían apareciendo nuevos sujetos (como sucede en la realidad). De estas combinaciones surgieron nuevos retratos más desproporcionados, más extraños y hasta más feos si se quiere.
Esta manera de retratar se volvió mi manera de retratar a los sujetos sociales, empezando por mí y mis amigos, realizando distintas combinaciones, creando híbridos y nuevos personajes. Este tipo de figuración desembocó en una especie de máscara, que al colocársela al sujeto social lo deja expuesto y lo evidencia como tal, como perteneciente, de alguna manera lo incluye dentro de ese espectro.
Lo expuesto en la entrega es la parte más reciente del proceso, en la cual yo mismo me coloco la máscara en la realidad, me retrato y me asumo finalmente como sujeto social, me pinto de blanco por razones estéticas, así como buscando acercarme a los retratos originales, como saliendo de mi mundo para entrar en el suyo, o dejando a ellos invadir el mío. A algunos los estimo, a algunos los amo, otros me dan risa, a otros les temo, así como sucede en la realidad. Solo que en este caso sí me atrevo a colocarme a su lado, a burlarme en sus caras, a verlos a los ojos, a manipularlos y a esconderme detrás de ellos.

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