miércoles, 28 de noviembre de 2007



Ayer soñé que me moría, no recuerdo cómo, no recuerdo por qué, sólo recuerdo que estaba muerto ya. Después de morir, iba a una fiesta de disfraces, fui al baño, me maquillé, para disfrazarme de muerto. Sabía que estaba disfrazado, pintado y muerto, pero yo me veía igual, pero no me sentía igual. Le pregunté a alguien si me veía disfrazado, si se me notaba la muerte, él respondió "Demasiado". Caminé por la fiesta, me dí cuenta cómo todo el mundo me veía, no con asco, ni con tristeza, sino con un sentimiento que hasta ese momento, no me había dado cuenta que compartíamos: añoranza. Melancolía, eso era lo que sentía. Sabía que por el momento me veía igual, y que la gente me recordaba igual, pero que con el paso del tiempo pe iría descomponiendo, mi piel desaparecería, hasta ser huesos, y con ella, el recuerdo de la gente. Mientras mi cuerpo físico despareciera, así mismo desaparecería mi recuerdo. En el sueño, cuerpo y alma estaban separados al morir, y la segunda dejaba atrás al primero. Al despertar, no podía creer que aún vivía, me toqué, para estar seguro de que estaba ahí, de que no era transparente, que no era una imagen proyectada para mí mismo. Me levanté, y fui al baño a pintarme la cara, para ir a una fiesta de disfraces...

No hay comentarios: